Caso de Enseñanza

Un asunto escolar

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Lina es profesora nueva en la escuela y nunca había trabajado con estudiantes con alguna necesidad educativa especial. María la educadora diferencial y de apoyo, le explica a Lina las necesidades, fortalezas y debilidades de César, a nivel pedagógico y social. Ambas maestras se ponen de acuerdo para reunirse una vez por semana, con el fin de coordinarse para brindar a César una atención educativa adecuada este año. María le comunica a Lina cuales fueron sus logros de aprendizaje el año pasado y los objetivos que el equipo de apoyo han planteado para este año, además le muestra cuadernos de César el tipo de actividades que acostumbra realizar.

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María le explica a Lina: “Mira este es el estilo de aprendizaje que se ajusta a César: las actividades hay que presentarles paso a paso con letra grande… porque él tiene agenesia del cuerpo calloso y se está quedando ciego. La discapacidad mental es fuerte, el problema conductual también es fuerte, pero la discapacidad visual es la más grave, lo hemos logrado identificar después de un estudio con él”  […]

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María le comenta a Lina cómo trabajaban el año pasado con la profesora jefe (responsable) de ese curso, quien también diseñaba actividades para César: “Por ejemplo, si estábamos trabajando con la letra “L”, y ya se había logrado discriminación visual y escrita, entonces la profesora en jefe le daba actividades enfocadas en ese objetivo: ya sea recortar sílabas, armar palabras… entonces ella fortalecía lo que habían convenido”. María le propone a Lina trabajar de la misma manera. Le muestra y explica que el cuaderno debe tener letra Arial, de 18 [puntos] hacia arriba, secuenciada, con colores, separada, con láminas, con pocos distractores porque tiene además un déficit de atención asociado. Las actividades deben ser cortas, pues él necesita sentir lo logra rápidamente, porque también tiene un nivel de frustración alto, y se enoja y se patea y tira las cosas. “El año pasado todos los días teníamos una queja de él con otro alumno. Porque él no ha desarrollado habilidades sociales como para decir no entiendo. Así que se chorea (enoja), tira las cosas y es violento, además tiene antecedentes familiares de violencia.” María le muestra a Lina cómo se tiene que sentar César: “Que esté bien derechito, con la posición postural que no se fatigue, pues se fatiga con rapidez”. Le insiste mucho en que debe usar lentes en la clase y en el recreo, porque él se cae bastante cuando no los usa.

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La educadora de apoyo entrega su testimonio: “Me propuse trabajar con el papá y la mamá, porque como el papá decía una cosa y la mamá otra, había que hacer el puente. Y hacíamos el puente. En la mañana yo recibí muchas veces al papá. Le mostraba cómo trabajábamos con su hijo, cómo había que atenderlo, no había que hablar tanto con él, sino que había que hablar cortito, con trabajo dirigido. Fue bastante bueno porque ahí el papá puso la seguridad y la disciplina en César. Y la mamá puso la constancia… y ahora el niño está leyendo. Y este año, en lo que va del año, ¡[no] ha tenido una sola pelea! Eso es un gran logro para él, es capaz de decir “no sé”, “no entiendo”, o bien “quiero aprender”. Está trabajando conmigo descomposición numérica y las aditivas. Él al principio no lograba 10… ¡y ya pasó a 100! En lenguaje es bastante rápido, lo que nos muestra que no tiene tanta discapacidad intelectual… lo que pasa es que la parte ejecutora en él es más lenta. Él entiende lo que tiene que hacer, pero no sabe cómo hacerlo” (María, coordinadora de integración, escuela pública de Chile).

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Hirmas, C. & Ramos, L. (2013). El viaje hacia la diferencia: la escuela inclusiva. México: Ediciones SM

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